sábado, 4 de febrero de 2017

EL HOMBRE QUE NUNCA BAILABA


Sentado, con un vaso en la mano, veía como los invitados a la fiesta bailaban. En otras fiestas él siempre permanecía sentado. A pesar de las insistentes peticiones de los amigos no salía a bailar. Nunca tuvo muchas posibilidades de bailar porque fue un joven solitario que no frecuentó las discotecas. Así que ahora, en las fiestas, prefería permanecer sentado hablando o viendo a los demás mover sus cuerpos al ritmo de la música. Alguna vez estuvo tentado de salir a la pista pero se contuvo y siguió sentando escuchando o tarareando las canciones. No eran momentos divertidos. Terminaba aburriéndose y deseando marcharse. Pero aguantaba hasta el final.

JOSÉ LUIS RUBIO

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