Revista Azahar
viernes, 24 de febrero de 2017
CARICIAS
Colgaban como fruta madura
entre una enredadera,
tenían mas de mil años
y solo servían para abrir puertas
y saldar deudas con el fin último de la eternidad.
Alguien las llamó caricias
y otros
eterna espera.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ
-Mérida-
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