Se me han secado las ramas,
mis hojas fueron al viento;
la savia ya no me corre,
pero hay dolor en mi cuerpo.
Me duele un hombre, ¡fijaos!
que vino a mí sin aliento;
que ató una cuerda a mis ramas
y la pasó por su cuello.
Nos ha juntado el destino
para ponernos de ejemplo;
yo me sequé por mandato
para esperarle, ya seco.
¡Me pesa tanto este hombre
cuya conciencia sostengo!
Yo no sabía siquiera
que la conciencia era un peso.
Las hojas ya se me han ido,
la vida ya no la siento.
Pero me duele este hombre
que vino a ahorcarse ya muerto.
Del libro Tierra conmovida de
Mariano Estrada
No hay comentarios:
Publicar un comentario