Invisible flecha
que en el aire vas
buscando una meta
y tu fuerte filo
donde clavar.
Afilada saeta
que el alma laceras
ignora la mía
si ves en tu vera.
Tu lanza diriges
a la incauta dama
que aún cree en cupidos
tu punta perfora
la suave piel de crédula nena.
Aunque ya en su ser
esté la evidencia
de vida y de su experiencia,
el alma que ama,
es su única esencia.
Sangrante la herida
que a tu paso dejas,
saeta cruel, como yo quisiera
tu filo no entrará
jamás en mi escena.
Dardo envilecido
piérdete en la arena
no busques entrañas
médulas o esencias.
Claváte en el fango
no hagas más daño
síguete de largo
invisible flecha.
María del Rocío Hernández
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