lunes, 21 de noviembre de 2016
INNNFIERNOOO
¡Demonios! ¡Demonios! ¡Demonios!
La noche se quema con aceite sulfuroso
la luna se derrite como plomo de medianoche
los niños esqueléticos recorren los bordes abismales
de los cráteres humeantes de rojiza ceniza,
¡gritos blasfemos de rebelión!
Las fraguas heréticas diseminan sus golpes de yunque
en los páramos desérticos de la mentira,
lenguas de langostas se retuercen en plaga mórbida
sobre cruces calientes que se doblan maleables
al calor de la tierra obscura,
estatuas mesiánicas guardan el último silencio
si las lágrimas diamantinas las lloro
con puntas que cortan el sentido de la carne,
¡aliento del último dragón!
¡Cáliz de sangre negra! ¡Inocencia de tributo!
Si las lágrimas de peltre las lloro
con tormenta grisácea sin resurrección,
¿quién es el señor de las falacias?
¿quién es el mariscal del hambre represivo?
¡Demonios! ¡Demonios! ¡Demonios!
Ejércitos de murciélagos exiliados
ofrecen sus cálidos besos sangrientos
bajo la sombra del eclipse desarraigado,
¡los muertos observan con sus oquedades abisales!
Todos, testigos amarillentos,
los pasos de la escoria y del hueso mondo
a la umbría de las bañas anatemizadas,
¿o es que incluso habrá alma?
¿Quedará alma para pagar?
El ácido anacarado llega para disolver la libertad
la hora de la guadaña abate la bestialidad,
las factorías de las iglesias herrumbrosas
muerden con saña y ponzoña,
los 666 ojos espurios vuelven a mirar sin destino
la maldad juega al mejor predicador del engaño,
pira de las desdichas de la humanidad,
¡brujas y nigromantes a la hoguera!
La muerte es fácil,
el hierro al rojo vivo es fácil
para marcar lo que hay que eliminar.
Todos, legados de moscas mórbidas,
el imperio del látigo de las nueve colas
arranca el presente y el futuro de la carne sometida
el pasado es niebla humeante de dolor,
en la alevosa nocturnidad fui fugaz
sin tiempo de poder crecer.
Del libro El libro negro de Carlos Daminsky (España)
Publicado en Editorial Alebrijes
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