Ella dejó su zapato de tacón alto abandonado en la fiesta; el príncipe lo cogió y se dispuso a buscar en toda la comarca el pie en el cual encajara aquel accesorio. Finalmente lo encontró. Ahora el príncipe vive contento, tiene en el centro de su habitación ese hermoso zapato de oro, y dentro de este el pie cercenado y disecado de la muchacha pobre que murió desangrada a sus manos.
Carlos Enrique Saldivar Rosas (Perú)
Publicado en la revista digital Minatura 152
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