I
No eran soldados
y no tenían botas.
No eran policías
y no tenían escudo de protección.
No eran funcionarios públicos
con máscaras antigases.
Son mujeres.
II
Hay atenienses que heredaron hostiles
machetes circunstanciales, y danzan,
convocando a Tláloc para beber sus ojos
secos, de mirarse hermanos en la muerte.
También hay atenienses que cerraron las puertas,
y quisieron salvarse, antes de ser crucificados.
Se cierra también la boca,
hay muchos lobos sueltos esperando su aullido.
También hay atenienses violadas
cada 30 minutos y en noticias,
que las recorren una y otra vez
sobre un asfalto, lleno de vergas
sin memoria.
También hay atenienses ávidos de paz
y concordia.
Y retretes para la incomprensión
esperando ser llenados.
También hay atenienses dolidos
repitiendo la historia
sin poderlo impedir.
Y observadores, camuflados en sombra
atisbando por si encuentran en ella
su circunstancia.
Y hay flores,
emplazando a los cuatro elementos de la tierra
para sobrevivir,
aun en la ausencia de palabras celestiales
también hay uno que dijo:
que las liberen del pecado,
que las disequen,
que las capturen,
no vaya a ser que las visite otra rebelión, y las convierta
en un emblema de paz.
Livia Díaz (México)
Publicado en Los puños de la paloma
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