Un camino largo, arduo,
que puede conducirnos
a una amarga decepción.
La más fea puede salir
en cualquier momento
y cambiar los devenir
de los acontecimientos.
Por eso hay que vivir el instante,
disfrutar de las cosas sencillas
que ofrece la mueva jornada
y dar gracias a Dios por poderlo contar,
por escribir, cada día,
el poema de nuestra existencia
y dibujar, lentamente, jubilosos
versos en el nostálgico atardecer.
Tenemos que jugar a la ruleta
de la vida, no queda otra.
Gerardo Vargas Vega
Publicado en Estrellas poéticas 60
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