No hay flores sobre tu tumba,
no hay ciervos heridos, ni cachorros perdidos,
ni mujeres,
ni niños.
Solo estás tú
y tu osamenta,
Solo tú
eyaculando calaveras.
No hay flores sobre tu tumba,
no hay plañideras,
no hay sacerdote,
no hay lápida.
Ni en el aire una brizna de lástima.
Sólo estás tú y tu horrible vida a cuestas,
sólo tú,
bestia entre las bestias,
sólo tú en las tinieblas,
solos tú y la tierra.
Tierra que supura por tenerte entre sus piernas.
Silvia Delgado Fuentes (España)
Publicado en Los puños de la paloma
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