Cruza el halcón la luz en un silencio trémulo,
dibuja geometrías y, en el aire,
un resplandor de plumas testifica su sombra.
Es un río moviendo el color de lo opaco,
un pincel que devora la inmensidad y la hace
ser parte de su peso que, ingrávido, te mira.
Te está mirando y leve se abalanza
al resplandor dorado de tu torso.
Va bajando ligero y cada vez más cerca
presiente tu calor. Clava sus hierros
sobre tu carne y muere.
Sólo tú eras, desnudo,
el único motivo de su vuelo.
Dolors Alberola (España)
Publicado en Los puños de la paloma
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