Cantará a la luna y mañana brillará bajo el sol,
mejor ofrecer su fortuna donde ya obscureció.
Niebla lluvia y viento, en la hora en que la luz titila
y la Ciudad en sombras se hunde.
Bellos los ojos sin mirar ocultan paisajes y se balancea
en azules recuerdos. Sus montes están cerrados, los
que tuviesen como techo la cúpula del cielo, y no hay
rumor de agua bajando de las montañas.
Halla extraño haber construido muros insolubles a su
alma, ¿cómo nació y creció el despecho?, sus bodas con
¡importa lo mismo!, fría como la nieve, sin lástima de sí
misma.
Se habla de un realismo mágico; este es.
Del libro En las cartas que leía la Bruja de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO -Colombia-
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