sábado, 8 de octubre de 2016
PEQUEÑAS VERDADES
1
¿Cómo penetro
el mundo que no me quiere,
ese otro, invisible?
Muy fácil.
A través de la ira
y un prohibido
humo.
2
En esta cabrona
puta vida mía
a dos mujeres,
ni madre ni hermana,
he querido.
Una ha muerto.
La otra no me reconoce.
3
Esto de moverse fantasma
de habitación en batimento;
desconcertando a los que escuchan
cuando casualmente me perciben;
intentando dar forma a los rostros
con miembros que los atraviesan;
produciendo aullidos callados
que transmiten gemidos del viento;
batallando entre dos dimensiones,
una rabia borboteando en la entraña.
El espectro del vivo entre muertos,
el espectro del muerto entre vivos,
mendigando el amor que no cesa.
4
Contando los minutos,
en alguna parte del cuerpo sometido
engaña la fatal biología.
Una que otra célula rebelde,
uno que otro virus suicida,
una bacteria borracha y presumida,
la revolución de las anímulas
en silencio destruye las citadelas,
corroe el corazón y el vientre.
5.
¿Qué culpa secreta ocultaban los vasos?
¿Por qué se arrojaron de los anaqueles,
exponiendo su naturaleza de osamenta,
la ceniza de sus fragmentos,
trizando la ficción de permanencia
que había creado para consolarme?
Tras de mí quedarían, cuando me fuera.
Otros poseerían sus perfectos cuerpos.
Mas no hay pirámides ni entierros reales.
Los objetos no acompañan a ninguna parte.
Pasan al manoseo de los mercados.
Si no me los llevo, que desaparezcan.
Que nadie impuro los manosee.
Ya habrá tiempo para recrearlos
en el universo de las inexistencias.
6
Ni el dios judío ni el dios cristiano.
Ni el dios deforme de los musulmanes.
Denme los dioses de los paganos.
Perfección o pureza no pretenden.
Juegan al ajedrez con los humanos.
Ese metal frío que circunda el brazo
marca a la diosa que me protege
en los excesos de las orgías.
El metal rojo del vidrio vivo
marca al mancebo que el dios celoso
me destinara desde su sangre.
Sé que destruyen mientras sonríen.
Sé que los creo mientras me crean.
La vida alterna, llego al satori:
mis dioses rompen sus propias leyes.
7
Quizás la verdadera cobardía
resida en no atreverse a decir:
ya, listo.
Cansa el monótono
girar de los relojes
Llaman los muelles
las carreteras, todos los
puntos de partida, los abismos
y los espacios infinitos
del silencio.
Cansa
tanta injusticia inevitable, tanta
ira inútil, tanta palabra
malgastada, mal usada
tanta sangre, de la que nadie,
ni siquiera uno de esos dioses
que pululan
los textos mentirosos,
se hace
responsable.
La entropía
del animal humano
es demasiado lenta.
8.
Aterroriza
la forma im/perfecta del objeto,
porque enmascara
una perfección imaginaria.
Su presencia apabulla,
porque lo im/perfecto
requiere mimos y cuidados,
y no se tiene tiempo.
9
Uno acaricia
el cuerpo estático y fluido del vidrio.
Se devuelve hacia las incertidumbres.
Confronta la marea.
Cabalga el sonido que le atraviesa.
Se atreve a violar el teclado.
Aterriza en la piel que no existe.
Suelta un chorro de leche invisible.
Uno acaricia la huella de un cuerpo.
Llora en silencio contra la almohada.
Del libro El jubilado de Alfredo Villanueva Collado -Estados Unidos-
Publicado en Editorial Alebrijes
No hay comentarios:
Publicar un comentario