viernes, 28 de octubre de 2016
LA MUERTE DEL ÁNGEL
No estamos para cuentos.
Los cuentos no existen.
Existe el poema
clavado
en el mero centro
de una explosión de nervios.
La vida duele demasiado
para bibliotecas de Babel
o jardines de ruinas circulares.
Nadie nos sueña.
Esta piel desollada por el tiempo,
esta entrepierna que ya nadie visita,
estos sobacos de sal sin lengua,
este mercurio
que todavía quema mientras circula
desapercibido, por los recovecos;
este azufre,
hirviendo en la histeria de capilares rotos.
Esta saudade
que por los orificios se cuela,
desgarra y rehace mientras va pasando
hasta que borbotea sobre una superficie,
chorro de sangre, lágrimas y semen,
cada uno marcando la presencia
del apórico híbrido.
Ángel casi humano, casi muerto,
pero no del todo ni muerto ni humano,
sobre la hoja de un bandoneón navaja.
Se estremece y tiembla en el empalamiento.
El placer del dolor le renace las alas.
Del libro El jubilado de Alfredo Villanueva Collado -Estados Unidos-
Publicado en Editorial Alebrijes
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