Los T.K.M.
viajan ansiosos entre jugos gástricos de satélites inertes,
pero nunca el aire acaricia su sonido,
caracteres equivocados de sordomudo deseo.
Es el siglo XXI, el que adolece de palabras
en el que las letras, huérfanas, están en acogida.
Es la época del abecedario impreso
que no encuentra la semántica correcta.
Y los amantes se hieren con artefactos tecnológicos,
se rozan con emoticonos azafrán,
se besan con labios en finas pantallas.
Los T.K.M. de ortografía perdida
reclaman pupilas acuosas
que enrojezcan, que palpiten.
Reclaman lenguas inexpertas, incluso vergonzosas,
que salten al vacío de la expresión
y aterricen ilesas en otra boca.
JUDITH MUÑOZ MACHO -Valladolid-
Publicado en Luz Cultural
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