jueves, 1 de septiembre de 2016
TESTAMENTO
Quiero por voluntad propia
llevar los ojos vendados, ante el pelotón de la negra angustia.
Tener mis manos atadas, con la cadena de mis libertades.
Y mi sentir siendo un pájaro cantor fuera de mi pecho.
Quiero escribir con mi sangre
un poema en las ramas de los árboles.
Y dejar mis huellas sobre un camino
de corazones que laten, con ritmos de campanas roncas.
Quiero alzar mi voz entre los muros
perforados por los puñetazos metálicos de las balas.
Desgarrar mi garganta en un canto amargo de violencia.
Y cortar con mis lágrimas, la fina piel de los montes.
En cuyas entrañas se ocultan los muertos,
con números de ceniza marcados sobre la frente.
Quiero hacer un testamento de sonrisa y esperanzas.
Y firmarlo con la ultima gota de mi sangre
Sobre este cerro en donde destrozaré mi cuerpo,
En una lucha de rosas y martillos.
Donde caminaré ciega por los senderos del llanto
Mientras afiladas bayonetas acarician los lunares de mi espalda.
Y en donde mis huesos,
se abrirán como pétalos de camelias ocultas bajo la nieve.
Quiero por voluntad propia. Y ante la muerte misma como testigo.
Que mi nombre propio no signifique nada.
Que mi nombre sea cambiado
por el de todos los muertos de España.
Por el de todos los desaparecidos en el laberinto de las pieles.
Y por el de los que se ahogaron en un mar de sangre.
Porque yo... No soy mas que una voz perdida,
Entre miles de voces.
Una voz que añora un mañana ya escrito.
Pero que se divisa difuso. En la lejanía del tiempo y de la historia.
Una voz que oculta en su propio eco
La palabra libertad. Como un un ruiseñor entre los dientes.
Ruiseñor. Todo manchado de alquitrán y sangre.
Ruiseñor. Que ya no canta con un cascabel de fina lluvia.
Sino con sonidos roncos de metralla,
Quiero que el pelotón apunte directamente a mi boca.
Y a mi pluma de poeta.
Pues será la única forma de matarme.
Pues de mi corazón herido saldrá... Uno más. Y dos...Y tres.
Y yo muerta y cien veces muerta.
Recordaré el nombre propio de la paloma.
Y el de los hijos que bauticé en medio de mis sueños,
con la silaba de los ángeles. Y que ya no tenderé.
Porque yo misma. He decido entregarme voluntariamente
a mis verdugos. Yo misma he decidido ser,
Una brizna de hierba. En un prado de ojos y corazones verdes.
Yo misma...¡Sí! yo misma...
Y no quiero ser, ni santa, ni mártir.
Tan solo... un alma libre que rompa
la barrera del tiempo con mis latidos.
Un alma que pueda ver un futuro donde,
las manecillas del reloj no recuerden la fatídica hora del llanto.
Aunque para viajar a ese cercano pasado. Y a la vez lejano futuro.
Tenga que comprar un billete con destino 1980 I
impreso en una de sus caras.
Cuyo precio de ese billete sea ¡¡Mi vida!!
Debora Pol.
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