La luna blanca pasea
cruzando azul firmamento,
y un ejército de estrellas
cortesanas a su encuentro;
no saben que ella platea
por amor de sol hambriento.
Mas una sombra oportuna
viene siguiendo su huella,
es un nubarrón que abruma
y sabe que no es estrella.
Que enamorado es querella
y apilando vendavales
enciende los mil fanales
para quedarse con ella.
Sobre noche tan espesa
se oculta su luz de plata
la luna llora muy triste
¡Ay, que nube tan ingrata!
Ya viene la oscuridad
se siente gemir inquieta,
gira el viento sus veletas
y el llanto es inmensidad.
CLOTILDE ROMÁN
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