Una lluvia de oro caía en tu cuerpo
como mariposas de color de fuego
llegando al profundo surco del amor,
y el sonoro aire con gran alborozo
traía en su boca un grito triunfal.
Melodiosamente resonaba el día,
su voz fragorosa guardaba un secreto,
y se estremecía pues aprisionado,
silencioso y triste escondía mi amor.
Manto de caricias traía la noche
bañando tu cuerpo de fulgor de estrellas.
Mientras que mis manos
ansiosas paseaban
caminando el gozo que anidaba en ti.
Todo era silencio en mi fantasía,
y aquel brujo sueño que llegaba a mí
con palpitaciones de amor y de miedo
abría la entrada a la llama ardiente
que se hundió en tu carne como bendición.
Ysidro Parra -Venezuela-
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