Se destierra desde la mudez.
Se queda a contraluz, con los labios yertos sin júbilo.
Es otro su abolengo / no ha sido domesticada,
y aun así acepta armisticios.
Que no te arrope su sombra / entre sus ojos
hay ciertos vericuetos de luz/ una voz baja
parecida al arrullo de los pájaros.
Amanda Reverón
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