Pensar que ríe de la gente,
sin algún motivo aparente,
es pensar que la niña desvaría…
La realidad es que la niña,
no ríe nada más porque sí,
o sin razón que a su risa sustente.
Ella juega a no saber qué causan
sus líneas y figuras festivas
en la mirada de los hombres.
Inocente no es, perversa tampoco,
simplemente es una niña traviesa.
Se parece a una muñeca.
Es estatua de carne,
servida a la mesa,
la que degustan las miradas perversas.
Sabe que provoca la niña,
que por traviesa a ella la encierran,
en clichés de casquivana y coqueta.
Se arropa con piezas pequeñas,
de las que brotan curvas voluptuosas,
nalgas, senos y ojos redondos.
Ella solo es una niña, una niñita traviesa.
GILDARDO CARRIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario