jueves, 28 de julio de 2016
DE MUERTES
Allá, en la calle,
cuando era el mediodía,
mataron una paloma.
Y arriba el monte
se estremeció de angustias
porque acá, en la calle,
mataron una paloma.
(A nadie le importó).
Su cabeza doblada en mi mano,
sus plumas chiquitas esparcidas
me dijeron que el sueño final
se había hecho carne en ella.
Pero, allá, arriba,
el monte se estremeció de angustias
y acá abajo,
se me entumeció el alma
porque mataron una paloma
y a nadie le importó.
No hubo canciones ni pena,
excepto esta congoja
que se me quedó de frío
al encontrarla
bajo el mediodía de plomo.
Había olor de muertes en la mañana
y los senderos del monte
recogieron la lluvia
y lloraron flores de aromo
porque, acá, abajo,
mataron una paloma.
Todo el monte era de llantos
y a mí se me durmió la pena
abrigada en el corazón.
Valerio Máximo
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