miércoles, 29 de junio de 2016
POEMA DEL FUSILADO
Mordida la sien.
Silencio blanco sin astros,
y sin hormigas.
Una pata de paloma convertida en navaja.
Cortó la luna en dos mitades.
Una clara. Y otra oscura.
Un gusano de espesa sangre
come pedacitos de tierra.
Ramos de lirios dentro de los ojos.
Uñas de metal clavadas en las costillas
El corazón sobre el pecho.
Y la piel extendida por los montes.
Voces de ceniza gritaron, ocultas en otras voces
Voces que fueron un cantar de gallo moribundo.
y un redoble de tambores..
Acero caliente marcados en los labios.
La lengua arrancada con pinzas de hormiga
Y puesta en lo alto, de la más alta rama.
El cuerpo amortajado por las lágrimas.
fue enterrado en un cementerio de entrañas y raíces.
Y un fuerte olor a pólvora y muerte
extendía su negro manto por el campo,
donde crecen badajos de campana. Y manecilla de relojes.
Luego... todo se volvió silencio de llanto y de plomo.
Un esqueleto con la sien mordida
se retuerce bajo su marfil desnudo
A lo lejos. Muy a lo lejos grita un silencio blanco,
entre una marabunta de hormigas.
Y sobre el suelo solo quedó una pata de paloma
como único testigo del crimen.
¿Los asesinos? Quien quiera que fuesen,
se marcharon del lugar camuflados por la luna oscura,
Dejando por el camino... un rastro de negra muerte.
Debora Pol.
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