Érase una vez una niña que jugaba a ser feliz,
con locuras de la inocencia que pintaba sonrisas,
aferrada a cuentos de hadas tras un mundo perfecto,
con un corazón limpio y un alma de ángel.
Érase una vez un niño que correteaba jugando tras una pelota,
con la preciada edad justa para no espantar sus sueños,
con un alma pura y un corazón aferrado a sus padres.
Érase una vez mujeres y hombres que crecieron,
atrás quedaron los cuentos y fábulas,
el horizonte es igual pero de un color diferente,
ahora hay sueños que recorren el tiempo.
Ramiro Peñalba Pinell -Nicaragua-
No hay comentarios:
Publicar un comentario