Una melena envolvente,
unos ojos sugerentes,
unos labios eróticos,
una cara inolvidable
que atrapó a muchos
aficionados al cine
mas por su belleza
que por sus cualidades artísticas.
Toda ella era sensualidad
y esa sensualidad la convirtió
en un deseado mito,
que al final terminó
devorándose así mismo
cuando estaba en lo más alto,
cuando apenas empezaba a vivir.
Desapareció sin desaparecer del todo,
quedaron sus películas.
Su imagen nunca envejeció,
quedó congelada para la eternidad.
Siempre conservó su belleza,
su sensualidad, y sus ojos,
su pelo, sus labios, siempre
estarán ahí, muy presente.
JOSÉ LUIS RUBIO
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