He
aquí
un lugar para dos.
Bajo esas noches largas
que endulza el aura amplificada a las sensaciones
de exprimir los sentimientos.
O desde la sencillez
que flamea con absoluta libertad
cuando se trata de pasión.
Y sí…
Están solos.
Y sin que nadie los escuche,
se proyectan a una danza cuyo núcleo ardiente
aviva el amor.
O los sentidos.
O todo lo que se expanda a cielo abierto,
en la medida del tiempo.
¿Pero podrán llegar al firmamento?
O esperarán
a que el fuego que incuba las inquietudes
se calmen.
Tal vez…
Pero es en la mansedumbre de su alma
donde
todo
pasa.
Fabián Irusta (Argentina)
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