La vibración rebota en los gruesos
paños de la sala: aros perforando
las paredes de agua del sonido.
Es la meditación del instante
hecha coágulo en la eternidad.
A miles de kilómetros de distancia
entre serpientes y carnavalitos
canta el arroyo y rezonga el carancho.
Santiago Espel -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
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