Benditas horas infinitas en tus brazos,
mujer de alma sonora, cómo la quiero,
sus aguas mansas en silencio,
de constantes y candorosos besos.
Vida inconsecuente y corta,
instantes peregrinos que caminas
en la senda de su vida,
brota en el corazón de la nada,
la pasión en secreto destella.
Profundas luces del querer intangible
se nutre de las imágenes internas,
con ímpetu desbordante de ilusión,
del sereno atardecer inconfundible,
profundos destellos sin compasión.
Entre su pecho persistirá
la avidez del cuerpo enramado,
de la triste ausencia de anhelos,
sin libertad trepando la luz,
sensaciones de añoranza del pasado
Amarilis Salazar -Venezuela-
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