domingo, 24 de abril de 2016
DON QUIJOTE, DON SANCHO Y LAS LUCES DE LA CIUDAD
¿Qué nos queda ya de la famélica montura
que nos vio ser intrépidos quijotes, sino el hambre?
¿Qué nos queda del delirio apasionado
por el que fuimos una vez conquistadores de fantasías?
¿O del sueño puro de amor, la andadura rutilante
tras la sombra vaga que se llamó Dulcinea?
Don Quijote, Don Sancho
y las luces de la ciudad
A Miguel de Cervantes
Ha poco pernocté en la gran ciudad
y víla de candiles soleada.
Pensé que era visión desatinada
muy propia de este Hidalgo demencial.
Mas hete que don Sancho –que no ha mal-
veía como yo la candilada.
Ya muy era visión descabellada,
pues nunca Sancho y yo vimos igual.
¡No mientas! –balbucí- pues no ves nada,
y al paso le apunté a la cabezada,
habida muy la suya por normal.
¡Señor, Señor, mi dueño –dijo el tal-
Candiles no, ni estrellas aterradas.
Luciérnagas parecen, enceladas!
Del libro Tierra conmovida de Mariano Estrada
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