Revista Azahar
martes, 1 de marzo de 2016
ESPERÉ SU LLAMADA
Esa ropa del suelo
no es mía, es suya.
Ha ido tirando una a una
al ritmo que le marcaba
yo con mis palmas.
¡Qué belleza! ¡Qué cuerpo!
Mis ojos la siguieron.
Mi corazón se aceleró.
Esperé impaciente su llamada.
JOSÉ LUIS RUBIO
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