jueves, 3 de marzo de 2016
AMARTE EN SILENCIO.
Dedicada a ti, Sandra Araya Fallas, con todo agradecimiento y cariño.
En algún lugar del alma reposan muertos, escondidos
recuerdos vivos, inciertos, ilusorios, dulces, al asedio
de aciagas quimeras anheladas, perseguidas sin remedio
de grandes amores perdidos, en los senderos del olvido.
Memoria que vuela, cuál gaviota que indaga en cielos perdidos
que fueron amor, aromas, primaveras, en el tiempo ya pasado
buscándote, en los recodos del amor y de la vida, ya olvidados
esperanza viva, en el deseo irreverente de locos desatinos.
Naufraga mi sentido amor, en la luz prístina de tus ojos
en vano intento atormentado, de morar en tu morada
mitigando mi sed y mi deseo, en tu deliciosa mirada
sentir dolor y heridas, jirones de sangre, mis despojos.
Remembranzas ilusorias de besos que nunca fueron
y tu presencia, un soplo de primavera y amapolas
arrebatos de amante, en tu boca de frutas y corolas
perdido mi deseo, en alientos de aromas y de fuego.
Imaginar tuyos los pasos, que transitan con los míos
recorriendo sendas florecidas, presentidas en utopías
presagiando tu ardiente cuerpo, tus manos entre las mías
en un etérea fantasía y ensueños, deseados, requeridos.
El calor tibio de tu voz, que martiriza mis sentidos
como nube perfumada, que pasa en tus labios y se aleja
dejando el tibio recuerdo de tu boca, que incita y aqueja
beber tu sabia, y saciarme, muriendo incomprendido.
Amor y amar en el silencio, loco y fragoroso, sin palabras
ignoro tu desdén, ya taciturno callado, susurros y sin ruido
amor que espera que tu boca y tu aliento, estén dormidos
y deja en tu ventana, las estrofas de un verso, perfumadas.
Desespero, que la luz de la esperanza, crezca como hiedra
y sentir en mi alma la pasión de tu amor, es mi destino
sin arrebatos, y sin ruido, dulce cura al corazón herido
deja que, dulcemente, con pasión y con amor, te quiera.
Amarte amor, es todo lo que quiero, amar como te amo,
ofrenda, regocijo, dolor, calor, y tu dulce compañía
conmovidos nuestros cuerpos, en ardorosa sinfonía
y el goce sin fin, libertino, abrevando entre tus brazos.
Amarte en cruel silencio, es la condena de quererte y verte,
se va mi vida en la dulce esperanza y eterno intento
de vivir en tu piel, de pétalos y amapolas, y tu aliento
presentirte tan cerca, ¡suerte yerma!, y no poder tenerte.
Si yo siento que te amo y te quiero
como ama la luna a su cielo,
no necesito saber, porqué te quiero.
Manuel F. Romero -Argentina-
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