miércoles, 3 de febrero de 2016

DIVAGACIONES XXI


Nadie ha habitado el último anochecer
De un mendigo.

Ni ha abrazado la estatua de sal
Con su mirada curiosa.

El azul regresa al origen
Se va quedando en las tardes que fueron mías.

Los ojos desnudos en esta soledad
Es un suburbio en la penumbra sin regreso.

Deja que mi voz deshojada se hiele.
Su escarcha hueca se hará cenizas.

La lluvia deja su viaje intrépido en mis manos
Hasta perderse.

En las puertas de la noche hay un ángel
En su quietud de hechizo.

Me vigila.
Y multiplica su amparo.

Del mismo
Modo algo nos aleja al sentir del tiempo.

El silencio contra la pared es conmovedor
E imperceptible al corazón.

Todo reposa.
El olvido recordado en los besos de una rubia.

El sentir del mármol mudo y la brevedad
Es un código antiguo
En las bodegas de la infancia.

En cada hoja las alas de un unicornio
Se extienden lentas
A la inmensidad de todo nuestro espacio.

Sus cuernos azules picotean los calendarios
Un destino incierto
De espejos y rostros tienen el olor de las sombras.

En tanto todas las ventanas de coral
Lamentan sus ecos
Horadando las palabras que atrapadas
Ya no existen.

Yo conozco el adiós de los caracoles
Sus ausencias y divagaciones.

Yo sé de las cenizas después del incendio
Del silencio del hombre
De la noche
De la vida
Y de un beso de amor...

Juan Mauricio Ochoa Gallego -COLOMBIA-

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