Las palabras comenzaron a nacer sobre mí, y ya juntas fueron formando frases, en este caso en particular, tales frases eran de amor, la mano que las escribía, dibujaba todas estas letras con una caligrafía armónica, sus trazos resultaban firmes y a la vez danzaban en cada movimiento curvilíneo, se podría decir que lanzaban destellos, chispas de felicidad, un papel sabe descifrar todo esto, ningún hombre sabe de este secreto, debido a que desconocen lo que un simple papel, o una simple hoja en blanco puede llegar a sentir, y sin embargo sentimos, en cada frase, en cada trazo, sentimos, yo, con las frases que este hombre plasmaba sobre mí, sentía el gran amor que él estaba sintiendo por la mujer a quien le escribía, y aunque no puedo, ni debo decirles aquí todo lo que él le escribía a ella, ya que eso es un asunto que no me corresponde, si les puedo informar que este hombre que por nombre lleva Rodrigo, lo leí en su firma, está profundamente enamorado de Cecilia, supe de ella en el momento en que amorosamente puso su nombre sobre mí.
Y es así como una simple hoja en blanco, como yo, se transforma en una carta, una carta que está destinada a ser el medio o quizá la unión de dos seres que se profesan un profundo amor, bueno, al menos sé que Rodrigo esta profundamente enamorado, él me ha confíado ese secreto, desde el momento en que trazó encima de mí, todas esas líneas de letras, de palabras, todas ellas inspiradas por Cecilia, lo que ella siente honestamente lo desconozco, es aquí donde es preciso agregar que existen misterios que jamás me serán revelados, y uno de ellos podría ser, por ejemplo, lo que Cecilia siente por Rodrigo.
Mi destino por el momento, es tan sólo uno, llegar a las manos y a los ojos de Cecilia, así que una vez que Rodrigo terminó de escribir, me dobló delicadamente de tal forma, para hacerme caber en un sobre, de color blanco perla, con un interior cálido y confortable, Rodrigo cerró el sobre y lo colocó en su agenda profesional, al parecer siempre carga con ella, eso alcancé a escuchar de las hojas que conforman dicha agenda, en la que Rodrigo, programa citas laborales, médicas, reuniones con amigos, también supe que anota fechas importantes como las fechas de cumpleaños de sus padres, sus hermanos, y sus allegados más queridos, pero, me estoy desviando del asunto que les comentaba, mi destino, mi destino es llegar a Cecilia.
Destinos, sí, hace un momento les hablaba de destinos, y este destino, si que no me lo esperaba, con todas las buenas intenciones contenidas en mí, no creo merecerme el sitio que se me ha elegido, la carta de amor, que Rodrigo le hizo llegar a Cecilia, y a través de mí él le hace saber lo que siente por ella, todo ese amor que le inspira, esos sentimientos y emociones que nacen en él, al pensar en ella, son éstas las buenas intenciones a las que me refería y por las cuales no merezco este sitio, aunque bueno, no fue Cecilia quien me lanzó a este desagradable sitio, sino que fue Andrés, su marido, quien me apretujó entre sus manos, las que sentí frías y furiosas, para luego lanzarme certeramente, debo puntualizar, hacia el cesto de basura…
J. ALFREDO CISNEROS -México-
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