sábado, 2 de enero de 2016
PEQUEÑO ÁNGEL DEL AMOR.
No hay palabras que describan tu belleza y tu figura.
¿Acaso eres un ángel de alma misteriosa, que en un mortal busca su amor?
Me miras, parpadeo fugaz, del cielo de tus ojos, tu perfume, jazmín en flor.
Envidio a la brisa marina, que sin pudor te acaricia.
La brevedad de tu figura, y de tu ropaje, que tu cuerpo balancea sonriendo
mirarte, es como morir y vivir al verte, en la lujuria de la pasión y tormento.
Quiero el tiempo necesario para amarte como se merece tu alma.
Inventaré tu gozo en mi tormento, en el delirio que seas mía, con mis huesos
en lo profundo de tus sombras dulces, y la lujuria de beber tu vientre a besos.
Así, amándote callado, tengo mis labios en los tuyos.
Respiro tu aliento, y una bella primavera enciende las flores en tu huerto
aromas de amor y de flor, en tu piel, me ahogan en tu pasión y tormento.
Quiero estrujar hasta tus sombras con mis manos.
Perdido en el éxtasis consentido, de este amor que acaricia mis sentidos
y dibujar en las curvas desnuda de tu espalda, mi nombre, en dulce latido.
Y te vas, extasiada, y una caricia de tu risa cristalina.
Tu promesa vuela al viento anunciando el momento de un nuevo encuentro
dolor de espinas en mi vida, tiempos de espera, extrañarte entre lamentos.
Miguel F. Romero -Argentina-
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