viernes, 29 de enero de 2016
CIERRO LOS OJOS, ABRO LA MIRADA
Cierro los ojos, abro la mirada:
el paraje contemplo diluido en claridad
―el olivar rizándose la peña, sus esmaltes
de viejo coronel
caído.
Lejos de mí desalma el aguarrás las caserías: saca a los niños
de la nieve el perro cojo.
No en el horizonte
sino en nuestro viudo postigo halla su límite la sangre
el jeep
la carretera
del alba que profesas como un salvoconducto
hacia otra edad no defendida
por tu origen.
Huyen, vuelan muy alto los cuervos de la infancia. No ha pasado el peligro.
Por el barranco, su latir sin agua la visión cincela.
Como un árbol de otoño rastreará el olvido
este candil cobarde, este dolor
acorralado por el hacha,
por el dulce galope con que mienten al estómago
las huellas del perdón.
De su eterno patíbulo en la altura, la luz abre el jornal
sobre un destierro fósil, lengua talada tras la bancarrota:
los labriegos al tamo y a su deber la sierra.
Bien sabes dónde
la memoria resiste su tiniebla y adónde la abandona cuando el sol
irrumpe entre los cerros y abrasa todo cuanto fue
llave y suspiro de su tentación más pura.
Abro los ojos, cierro la mirada:
todo lo que, ante mí, hace florecer su engaño
es también cárcel de mi vida:
tierra
que es brisa y vientre donde sueña
la cal reconciliarse con la aurora.
PEDRO LUIS CASANOVA -Jaén-
Publicado en Luz Cultural
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