El ladrón entró por la ventana en la casa deshabitada. Se dirigió al salón, quitó el cuadro y accedió a la caja fuerte. La abrió con una facilidad increíble. Sustrajo lo que estaba buscando. Cerró la caja, dejó todo en orden y salió por la misma ventana. Acto seguido cogió las llaves que había sacado de la caja fuerte, abrió la puerta y entró de nuevo a su casa.
Publicado en DE LEY del libro Cien cuentos de la infinita punta de la aguja de
JOSÉ VÍCTOR MARTÍNEZ GIL caravasar libros
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