domingo, 27 de diciembre de 2015
SOBERBIA.
Respiro en el laberinto al que le llamamos "vida",
la ponzoña, la basura, la podredumbre y mentira.
Y me escapo sigilosa entre el azul de mi aura,
a ese misterioso entorno que con mi mente conformo.
Creo mi propio camino donde nadie puede ser
mundano ruido y carroña que se va a descomponer.
Gente que vive sus egos como si solo ellos fueran...
negociadores de qué... negociadores de sombras.
Me duele el pecho, el aliento es gélido cual la nieve,
en mi corazón hoy llueve y estigmas tiene mi alma.
Un susurro clama y clama en el hálito terrestre
que descompone el ecuestre milagro de los humanos.
Me avergüenzo de mi misma, al estar tan alejada
de este mundo que no es nada pero donde vivo y oro.
Mi plegaria vespertina es siempre de protección,
que me explota el corazón al sentir tanta rutina.
Quiero salir de la tierra donde quema la avaricia,
donde la mente en malicia trata de ponerme trampas,
donde la ira es cerrojo de la luz que me mantiene
privada de orden y en velos encerrada en mil prisiones.
"Así hablaba la soberbia que solo viendo lo oscuro,
se interponía entre el alma y el sentimiento inmaduro"
"Pero llegó la razón y en acto de construcción,
añadiendo la locura y un toque de perfección,
unió para hacer la cura buena parte de cordura,
inmenso valor, justicia, soberanía, carisma,
afán de superación y lo que todos anhelan...
eso que confunden siempre... lo que llamamos... amor".
Carmen Elvira Azparren Caballero
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