Nada hay más hermoso que una hermosa
cuando sutil despliega interesante
su hechizo, adonde anima, incesante
al gusto virgen, ciego a la mimosa.
Representaba a Venus, en capciosa
astucia de lascivia, excitante.
Me ofrece dulce brega y, enervante
su sexo, -brasa oscura- ardiente acosa.
Mi nido a sus espasmos, feliz era.
Lujuria desatada iba creciendo
y se excede. Mi fuego se hizo hoguera
en sádica dichosa. ¡Oh! rendida,
grité… tu sangre mía… Ingiriendo
con ardor todo el fluido de la vida.
Francisco Fenoy -España-
Publicado en la revista Oriflama 27
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