miércoles, 25 de noviembre de 2015
ILLUSIO
Y vienes a mí cada noche, tuberosa y sensual,
turgente y titilante,
proveniente de lo ignoto.
Te acercas, y te veo entera,
los globos del cielo enhiestos,
vibrantes, ubérrimos,
coronados por salientes temblorosas.
Por un instante eterno no tengo ojos
para nada más, deleitoso.
Me sonríes entonces como nadie
sabedora grácil de tu magia
y exhalas el olor animal que me trastorna.
Te acercas más,
sin nada más que tu piel tremenda
(que es más que un planeta entero
que una constelación unánime,
que varios mundos abatidos)
para dejarme inerme de ansiedad:
en la oscuridad entreveo tus hombros resbaladizos
como laderas húmedas y verdes,
tus brazos como aspas llenas de algodón tierno,
tu imposible talle de diosa olímpica,
tus muslos rebosantes, excesivos, insolubles,
el núcleo exacto de tu femineidad
pueril y enardecido,
propicia para mí.
Así vienes cada noche, radiante con tu propia luz,
proveniente de lo ignoto
y al tenderte a mi lado, contundente,
te evaporas invariable
te diluyes atrozmente,
me dejas al borde de la muerte
intoxicado de ti.
Josué Catasús.
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