Acaricié la tersura de sus labios
con mis besos urgidos de ternura,
se abalanzaron mis suspiros libertarios
para romper la frialdad de su atadura,
que impedían que exclamaran dos palabras
importantes a la hora de amarnos,
y si tan solo un ¡te quiero! me gritaran
mis fantasías se hubiesen realizado.
Me adentré en lo profundo de su alma
como hurgando quien busca un tesoro,
mas mi cuerpo solitario en la cama
realiza huecos de frialdad y sollozos.
No he podido conquistar sus sentimientos
aunque por momentos la he poseído,
mujer furtiva me esquiva y en mis lamentos
toco tierra maldiciendo mi destino.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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