EL CANTANTE DE JAZZ

20 de abril de 1930.
El cantante de Jazz,
dejó la copa de cristal sobre la mesa.
Y dentro de ella,
estaba su corazón sangrando.
Un corazón roto
en un millar de noches Neoyorquinas.
Son las 12 en punto.
Y en el café ''La Luna''
Todos esperan impacientes
con una copa de whisky
y un cigarrillos en sus labios.
Sus ojos soñadores se clavan en el escenario.
Donde un foco, que no es un foco,
sino una estrella artificial.
Ilumina el rostro del cantante de Jazz.
Es un rostro joven,
pero antiguo al mismo tiempo.
Y con una garganta rota por la noche.
Comienza a cantar,
Con el entusiasmo de un niño.
Una canción tras otra.
Una tras otra, una tras otra...
Como si el tiempo no existiese.
Como si el tiempo, fuera un pájaro de fuego.
Que se volviera, vapor entre sus manos.
Tiene la voz un hombre de cuarenta.
y aún, no llega a los dieciocho.
En sus ojos negros y profundos.
Nueva Orleans se refleja.
Como una retina dentro de una lagrima.
También los suburbios del Bronx,
donde las noches pasan con pesadez de luna.
Y los gatos emiten maullidos
en forma de afiladas cuerdas de violonchelos.
Cuyos acordes cortan la piel de la noche.
Haciendo cicatrices en el cielo.
Con el eco de esa voz,
rota y desgarrada por la noche.
Toda la ciudad tiembla
desde sus cimientos, a la punta de sus rascacielos.
Los semáforos se vuelven tartamudos.
Y los cristales de los edificios vibran,
como vibra una honda sobre el agua.
O el corazón ante un beso.
Y tras cantar la ultima canción.
La canción en la que se le escapó el alma del pecho.
Como un canario de hielo.
Todo se volvió silencio.
Un silencio de los que se clavan en la garganta
Y el cantante de Jazz,
situado en el centro del escenario
levanta con su mano derecha.
La copa de cristal, que antes de empezar el concierto.
Él había dejado encima de la mesa.
La copa donde estaba su corazón ensangrentado.
Y se la bebe de un trago.
Pues así hay que beberse la vida. De un trago.
Como se la bebió aquel descendiente de esclavos.
Un 20 de abril de 1930.

Debora Pol.