La zona del misterio,
la cándida piedad de la posada,
los sueños del imperio,
la soledad amada,
bajezas del derecho de pernada.
El mundo paralelo,
dolores de no ser, no ser y siendo;
animales en celo,
hoy, si puedo, te vendo,
locuras de vivir y no viviendo.
Los sueños nos engañan,
la noche palidece, agonía
de mundos que entrañan
vieja cruz que unía
la bella y lasciva vil manía.
Última carcajada
en esa oscuridad y gris silencio;
una pena fijada,
el dolor que presencio,
razón que, por morir, al fin sentencio.
Julio G. del Río -Valencia-
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