Ha sido nuestra ilusión
de infancia, que se prolongó
hasta sentir caernos las alas
que el murciélago abrigaba
sobre el hombre.
Si nos abandonaban los demás,
el Batman llegaba
y en nuestra imaginación
brillaba su coraje,
como si el triunfo
estuviera en la esquina...
Ahora se fue la imagen,
el sueño y esta loca idea
de que todo en la injusticia
se puede cambiar el tono.
Las alas del Batman
eran falsas y volvieron
al pobre animal
de la buhardilla.
Teresinka Pereira
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