sábado, 26 de septiembre de 2015
ADIOSLESCENCIA.
“No es compatible prudencia,
con la torpe adolescencia.”
En la flor de nuestra vida,
hacemos bien el capullo,
siempre en juego ese trullo
que augura mala partida.
La conciencia está dormida
y los sentidos despiertos,
para el mal están abiertos
y cerrados a lo bueno,
lo que produce veneno
causante de desconciertos.
Extasiado en desventuras,
el adolescente clama:
ni es consciente cuando ama
ni responsable en rupturas.
Se sabe bien las harturas
que le producen deberes,
tanto da que le dijeres
que de sus actos depende
si todo el mundo se entiende
ó que haber guerra pudiere.
Por ser un adolescente,
se merece el mundo entero,
el fue quien nació primero,
sabe lo que es conveniente.
Dios de todo lo naciente,
creó vida en una hora,
toda la fauna y la flora,
el universo completo;
de cansancio está repleto,
si ha de levantarse, llora.
“Solamente adolescente,
cree verdades cuando miente.”
La adolescencia es la fase
donde el odio hace amores,
el villano hace señores
y las putas tienen clase.
Su edad parte de la base
de que el color negro es blanco,
el pan se compra en estanco
y los padres son demonios,
las deudas son patrimonios
y dinero dona el banco.
Es mentira adolescencia,
es tortura y arrogancia,
el vino que no se escancia
en copa de inteligencia.
En Madrid como en Valencia,
en Nueva York y en Pekín,
montan la de San Quintín,
ante cualquier contingencia,
seguros de su vivencia
y de su gran existir.
Bonito futuro habemos,
dicen los progenitores,
el fruto de sus amores
cree saber lo que sabemos.
Ni puta idea tenemos
y menos a esas edades,
sólo se inventan maldades
que no moverán al mundo,
pues en este tema abundo
porque nos duelen verdades.
“El mal del adolescente,
es creerse inteligente.”
Adolescencia y cultura
son términos tan opuestos,
como pueden ser los tiestos
a cien mil metros de altura.
Que tienen la polla dura,
es lo único que es cierto,
ni el mundo está descubierto
ni en su sitio la cabeza,
lo contrario es la rareza
del triste y macabro injerto.
Los mancebos son vanales,
el resto es incompatible
con la coherencia sensible
de las leyes naturales.
No sirven aguas termales,
ni brutales vitaminas,
el vuelo de golondrinas
no admiran a boca abierta,
sólo conocen la puerta
que abre a las anfetaminas.
El amor es generoso,
la virtud es poderosa,
la pereza vergonzosa
y el reposo es muy tedioso.
Ser doncel es tan pastoso
cual galleta de garbanzos;
cuanto más rápido avanzo,
buscando motivaciones,
lo hacen todo por cojones,
a comprenderlo no alcanzo.
Los cuatro jinetes de la adolescencia.
Obligada es moraleja
después de tanto versar,
por ver si puedo evitar
que eleves alguna queja.
Si un niño pone la oreja
en sitio correspondiente,
al llegar a adolescente
no tendrá ningún problema,
no habrá hambre, peste ó lema
que le pueda decir: “vente”.
Julio G. del Río -Valencia-
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