Cuando empezó a llover aquella noche
yo salí al jardín a sentir el agua
en mi cuerpo, mientras el viejo coche
del vecino, la calle iluminaba
mientras un niño jugaba feliz
en un charco y la llamada esperaba
de su madre para volver a casa,
donde la cena, en la mesa, esperaba
y entre los platos un pastel de pasa.
JOSÉ LUIS RUBIO
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