Las pupilas ya no soportaron
se precipitaron sobre el mar
y no como unas simples gotas
sino el dolor de un gran amor.
Y cuando, él, en la inmensidad azul
mire la marea que golpea sus playas,
sentirá tu ausencia en los labios
y el silencio perforará su tímpano.
Lo va conmover tanto tu llanto
que inundará su soledad y vacío,
aunque preso en inútil indiferencia
se ahogará en el peso de la conciencia.
Miguel D. Gómez -Argentina-
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