En cada amanecer lastima el destierro
dolor que discurre con los minutos y las horas
en un pecho ajado por la desesperanza
como el sol apagado en cielo muerto.
Opalescentes ojos en cuerpo inerte
castigo penitente, pesadumbre del destino
como camina el tiempo entre la muerte
en la noche abatida del alma mía.
La vida se ahoga en el vaivén del viento
un corazón que gime agobiado
en el azogue de sus aflicciones...
¡Es un palpitar que mancha el día
entre los campos muertos y resecos
donde germina la nostalgia!
Carmen Pedreros Avendaño -Perú/Guatemala-
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