domingo, 5 de julio de 2015
EL ALCALDE Y EL CIRCO.
Cuando fui alcalde de mi ciudad, creé unas preciosas disposiciones, casi eran unas leyes a nivel local, penando la falta de seriedad, la incompostura, el desprecio por los valores cívicos, políticos y religiosos; incluso redacté y publiqué un edicto imponiendo sanciones a quienes utilizaran el insulto, el sarcasmo y la descalificación en la vía pública.
Mi ciudad se convirtió en la población más seria y respetuosa del pais, casi nadie andaba por las calles y quienes salían, lo hacían sólo por necesidad y aprisa, los policías locales, atentos, vigilaban las veinticuatro horas del día para que ningún vecino ó visitante incumpliera las normativas.
Luego, el presidente del gobierno, nos obligó a aceptar el circo de unos amigos suyos, que se quedó dos meses en mi ciudad.
Toda mi normativa se fue a la puta mierda...
Julio G. del Río -Valencia-
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