La alcaldesa de mi pueblo
es fea como un diablo,
me da un miedo del infierno
si conversación entablo,
pues por ser yo buena gente,
con todo el mundo me hablo.
Las gafas tiene de pasta
de las que tapan los ojos
y me dicen que en el banco,
no tiene números rojos,
la pasta le gusta mucho,
deben de ser sus antojos.
Es joven y muy dispuesta,
nos dicen que tiene garra,
preguntamos por impuestos
y se nos sube a la parra,
ya no hay pasta en las arcas,
que la robaron, nos narra.
No toques tanto tus gafas,
mi querida alcaldesa,
no sea que por la pasta,
te lleves una sorpresa,
pues por gafas menos feas,
llevaron a gente presa.
Julio G. del Río -Valencia-
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