Me gusta que me toques el piano cada tarde,
que avances con afán las notas sugerentes
y sepas desnudarme sin gestos impacientes
al compás del ocaso con tu amoroso piano.
Me gusta que me toques y con el mismo alarde
pases del pentagrama a mi espalda desnuda,
marcándome los senos de tu música muda
este urgente nocturno de lunas en mi mano.
de tu profundo vientre el tibio aroma me arde
y mi grito de sangre a mis dedos se ajusta .
No ceses de tocarme . No ceses que me gusta.
y, cuando llegue el fin, siga este amor ufano.
Del libro “El Desnudo y la Tormenta” de
Manuel Guerrero (Lucena, Córdoba)
Publicado en la revista Aldaba 24
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