La novelista Juana Salabert, apasionada lectura de novela negra ha cogido en marcha el autobús que transporta la pestilente y dañina carga de la corrupción nacional de “coge el dinero y corre que estás protegido” “Adelante la indecencia”, para colarse disfrazada de Marlowe hispano con faldas y no a lo loco en ese pantano de la inmundicia en la que se ha convertido España. Y de este viaje resulta conseguir una interesante novela que retrata con precisión crítica la actual sociedad española, donde la suma y el misterio del asesinato de tres compradores de oro de los muchos que han surgido como hongos con la Crisis de fortuna para ricos y miseria para los de abajo. Propia y oportuna esta narración para mostrar literatura de denuncia, ese mundo desolado en el que el estado de la nación y la degeneración política forman el guión de primera línea para una buena trama.
Es la primera vez que la reconocida novelista Juana Salabert se adentra en este género en alza que es la novela negra donde el curso narrativo de la historia cuenta ka vida de un “comprooros”, acertado retrato muestra de la actualidad nacional de la padecida Crisis, donde los ricos aumentan sus ganancias y la clase media y la trabajadora padecen la reducción de las migajas de las limosnas que como “ganancias” parecida costumbre diaria de aquella abuela rociando los granos de maíz a las gallinas en el gallinero del corral. Y señala la autora: “siempre“ siempre me ha ocurrido que la idea central para una novela me surge a partir de la foto de un periódico o de algo que ves en la calle” Y en este caso se la pintado calva ese anunciador callejero con el cartelón de “Compro su oro al máximo precio” Sin que ello signifique por su parte la “intención demonizar al gremio de los joyeros, seguro que hay muchos muy decentes”, pero les vino a ver la diosa fortuna “cuando quebró el sistema porque el patrón oro siempre se mantiene estable y la gente que tenía problemas económicos no tenía mas remedio que vender”.
De manera que durante la narración de la historia entre la ficción y la cruel e injusta realidad, los personajes que por ella desfilan y muestras sus propios vicios y comportamientos, el inspector Alarde, joven y perspicaz representante responsable del caso de estos tres asesinatos propietarios de tiendas de “comprooró”, libre de prejuicios del pasado, no desdeña cualquier pista par investigar sobre un caso, donde denota que no es solo el avaro deseo del típico prestamista sin decoro alguno sino que el suceso también puede mostrar deseos de venganza entre determinados personajes de la historia, donde el pasado, entre franquismo y herederos tradofranquistas, pura actualidad nacional, igualmente juegan su papel al ser todavía influyente actualidad social y política en nuestros días. Por lo que nada en la novela son recursos casuales de la autora sino realidades que, ciertamente, una empecinada desmemoria política irreal pretende ocultar y borrar del escenario español.
Corren las navidades de 2012 en el gran Madrid cuando un joyero que se dedica a la compraventa de las escasas joyas de las modestas familias, lo encuentran degollado con un mensaje pegado a una parte del cuerpo que lo acusa de indignos comportamientos. Y no deja de resultar curioso cuando anteriormente en un corto espacio de tiempo de unas semanas, han aparecido asesinados con los mimos brutales métodos otros dos colegas de “compro oro”, lo que crea el consiguiente miedo entre las vecindades de una sociedad ya temerosa ante la incertidumbre del diario vivir. Estado que le sirvió a la observadora escritora muy pendiente de la actualidad, “La titulé justamente La regla del oro el día que por 2012 se decidió en las Cortes que primero el déficit y después el resto” Sólidos argumentos, lo de esta gran tragedia social ya establecida en toda Europa la que determinan “una historia que pudiera leer todo el mundo y que después cada uno pudiera sacar sus propias conclusiones”. Esa es la regla de oro para la nueva novela de Juana Salabert en esta su primera aventura en el envolvente mundo de la novela negra, que ha desplazado a un segundo y tercer término el de la novela histórica. Aunque advierto al lector que en este boom policial no todo el monte es orégano.
Francisco Vélez Nieto
Publicado en Luz Cultural
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