jueves, 25 de junio de 2015

DESPUÉS DE AQUEL BOLERO


      Después de aquel bolero
que juntos
entonamos a la orilla del río
cuando pescábamos
sueños,
      ilusiones del color
de mustias y rosadas ninfas,
y organdí de las sedas
del otoño,
      bañadas de la frescura fluvial
de aquellas horas...
      y la música en tus labios
adornaba el verso de los vientos
en sus alas hacia el sur
a pintar gaviotas que robaran
mocedades a la aurora...

      Después de aquel bolero,
el eco de tu voz
se hizo lluvia
que en cada primavera
se robara los encantos de la nube
y bañara de azul melancolía
mis recuerdos, a la orilla del río...

      Recuerdo de tus ojos
como acuarela de auroras,
de tus sedosos cabellos como frondoso trigal,
de tus manos,
suaves como la seda de oriente,
y el aroma de tu piel como azahares de abril.

      Todo fluye en mi recuerdo
como torrente del río,
cuando las tímidas ninfas dibujaran
musas blancas
en tus pies desnudos a la brisa,
      y mis trémulas manos
tradujeran besos
de las prosas que en tu piel
yo dibujara con besos,
      y con tus labios tú marchitaras
la tristeza que la brisa
se llevara junto al río
en su aventura, siempre nueva
hacia el insondable mar.

      Desde entonces,
cada tarde, en cada primavera,
canto junto al río
como marco de acuarela de un bolero
dibujado en mi recuerdo
     ¿Sabes cuantas veces
mis ojos han llorado por tu ausencia?
      Sabes del dolor compartido
por el río y las ninfas
que antes fueron musas
de mis versos
enredadas en tus pies
ahuyentando mi tristeza?

      Sé que no lo sabes,
yo tampoco...
      Solo sé que mis lágrimas
junto el río han secado su torrente
de fluviales aventuras
      y su ilusión de convertirse en mar,
como yo en ser tu amante...
      Ahora, el río se ha secado, y aquel bolero
enmudeció su trino y su candor,
como tú, enmudeciste en mi recuerdo...

Ricardo Flores Joya -El Salvador-

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